Yesterwynde es el esperado décimo álbum de Nightwish. Los músicos finlandeses tardaron alrededor de tres años en completar uno de los proyectos más ambiciosos de su carrera. Perfeccionaron el metal sinfónico y, con este material de más de 70 minutos de duración, lo llevaron a otro nivel en el tiempo y el espacio.
Con casi 29 años de trayectoria, Nightwish nunca ha dejado de evolucionar. Aunque su música sigue ciertas fórmulas, ninguno de sus discos es igual al anterior. El ejemplo más claro es el contraste entre sus dos producciones más recientes: Human II Nature es un álbum íntimo y minimalista, sin grandes orquestaciones, enfocado en los talentos de los seis integrantes del grupo. En cambio, Yesterwynde es todo lo contrario: su producción orquestal y coral es exuberante.
Yesterwynde es una palabra inventada que representa la conexión de los seres humanos con su memoria y con las historias de quienes han dejado huella en sus vidas. Tanto en concepto como en ejecución, se trata de un álbum denso y complejo. Como todo lo que hace Nightwish, la producción y la composición son de una calidad excepcional. Aun así, es un disco que no conectó conmigo, y escribo esta reseña, en parte, para reflexionar sobre las razones por las que, aunque Yesterwynde es extraordinario desde muchos puntos de vista, no es para mí.
Este es también el primer álbum de Nightwish tras la triste salida de su bajista y vocalista, Marko Hietala. Aunque varios de los discos más destacados de la banda se publicaron antes de que el carismático bajista se uniera, sus aportaciones al sonido del grupo fueron enormes. Su ausencia se percibe en muchos aspectos, especialmente en la composición de las canciones y en las armonías vocales.
Tengo la impresión de que Marko estaba muy involucrado en la elaboración musical, lo que aportaba un enfoque más rockero y compacto a las canciones. En cambio, Yesterwynde es un álbum indulgente: las introducciones y los finales son excesivamente largos, y los puentes instrumentales atmosféricos interrumpen el flujo natural de algunas piezas. Un ejemplo claro es el primer sencillo, "Perfume of the Timeless", que tiene ganchos excelentes y un gran estribillo, pero cuyo inicio se siente eterno.
Desde "Yesterwynde", la canción introductoria, es evidente que los coros y la orquesta dominan este disco. En la mayoría de las canciones, los instrumentos propios de una banda de metal cumplen una función principalmente rítmica y se integran como una sección más de la orquesta. En este sentido, la guitarra de Emppu Vuorinen queda a deber. Mientras que en otros álbumes de Nightwish su instrumento aportaba líneas melódicas, armonías y solos, en este trabajo su participación es mayormente percusiva, al grado de que por momentos se olvida que hay una guitarra eléctrica en la mezcla.
La canción en la que más destaca la guitarra es "Something Whispered Followed Me", un medio tiempo que se construye sobre un riff de doom metal y crece gradualmente junto con una exquisita melodía vocal y un estribillo monumental.
La sección rítmica de Nightwish realiza un trabajo sobresaliente. Al tratarse de un álbum que no se rige por estructuras metaleras convencionales, sino que fluye como una banda sonora, el baterista Kai Hahto da rienda suelta a sus habilidades. Es un estupendo percusionista y brilla especialmente en las secciones instrumentales de canciones como "The Antikythera Mechanism", que por momentos se desatan hacia terrenos violentos y estridentes.
La dupla que conforma Kai con el nuevo bajista, Jukka Koskinen, es fantástica. El sonido seco y gordo del bajo se empalma a la perfección con una batería que nunca se queda quieta. La parte más heavy del disco, sin duda, recae en estos dos músicos.
El multiinstrumentista inglés Troy Donockley tiene una presencia notable en Yesterwynde. Entre tanta orquestación, a veces resulta difícil percibir sus gaitas y flautas, pero todo el álbum está impregnado de su personalidad. Por momentos introduce guitarras eléctricas con efectos interesantes o guitarras acústicas que aportan toques folclóricos a las composiciones.
Donockley también participa frecuentemente como vocalista. Su voz, grave, limpia y serena, funciona en algunas ocasiones a su favor, aunque en la mayoría tiende a jugar en contra. En canciones tranquilas y de corte folk, como "Sway", genera un contraste interesante con la voz dulce y redonda de Floor Jansen; sin embargo, en otros momentos contribuye al carácter denso y pesado del álbum.
Poco hay que añadir sobre la vocalista, Floor Jansen: brilla en todo lo que hace. Las letras culteranas y melodías complejas del compositor Tuomas Holopainen no siempre la favorecen, pero ella utiliza su amplio rango técnico y expresivo para realzar cada pieza de Yesterwynde.
En la historia de Nightwish, Tuomas Holopainen ha sobresalido más como letrista y compositor que como teclista. Para sorpresa de muchos, este disco incluye varios pasajes de teclado con efectos y programaciones que le otorgan alma propia, distinguiéndolo de la orquesta. En este sentido destacan los distintos arreglos de la vertiginosa "The Children of 'Ata", una ingeniosa pieza que refleja la admiración del compositor por la historia de los seis adolescentes tonganos que quedaron varados en la isla deshabitada de 'Ata, en el Pacífico Sur, en 1965.
Yesterwynde representa un paso natural en la evolución del grupo. Es evidente que el interés de la banda se ha desplazado de las canciones compactas y contenidas del rock hacia una propuesta más atmosférica y culta. Aun así, este material conserva algunas pinceladas del estilo más clásico de la banda, que quienes sentimos nostalgia podemos apreciar.
"An Ocean of Strange Islands" es la típica canción con la que Nightwish abriría sus conciertos: batería a toda velocidad, orquesta a pleno y ese espíritu aventurero que, en las mejores épocas del grupo, nos hacía querer volar hacia un sueño lejano al otro lado del mar.
El segundo sencillo, "The Day Of..." y la pieza acústica "Hiraeth" pecan de la densidad excesiva del disco, pero tienen pasajes instrumentales vibrantes que nos remiten a las épocas de Wishmaster y Oceanborn. Aunque se tarda media canción en llegar a esos momentos, cada nota vale la espera.
Yesterwynde es un álbum largo, denso y complejo, que requiere varias escuchas para cautivar a la audiencia. No es un material al que vaya a regresar con frecuencia, pero, tras escucharlo y analizarlo, considero que es una obra sumamente ambiciosa y de una calidad sobresaliente.
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